Talleres Novo
TALLERES NOVO
Ateliers Novo, situado a unos 30 kilómetros de Paris, es un lugar de peregrinación para los bugatistas (con problemas) del mundo entero. No en vano Henri Novo, su fundador, empezó reparando Bugattis ¡en 1928! y, primero su hijo Jean, y luego su nieto Frederic, han mantenido viva la llama sagrada, con una autoridad y un saber hacer que les permite incluso una mirada critica sobre el genial Ettore. Escuchen:
LOS ORIGENES: HENRI NOVO “Mi abuelo -nos cuenta Frederic – era un hombre muy dinámico y lo fue hasta el final de su vida: empleado a los 14 años en un concesionario de Paris llegaba al taller el primero y se iba el ultimo y se hizo un nombre muy pronto, trabajando como mecánico de carreras para pilotos privados (era muy pequeño, una ventaja decisiva para ocuparse del embrague, que era el talón de Aquiles de estos coches). De origen modesto pudo así frecuentar un mundo desconocido para el, poblado de hombres refinados y de mujeres elegantes que admiraba muchísimo. Esto lo animó a leer, a adquirir poco a poco una cultura autodidacta.” “Pero trabajar hasta muy tarde y seguir a los pilotos por los circuitos no es compatible con la vida familiar y tras casarse fundo su propio taller permaneciendo vinculado a Bugatti. La experiencia de las carreras le fue muy útil, y la clientela era numerosa y acaudalada hasta finales de los 40. Cuando los Jaguar XK 120, los primeros Aston y los Ferrari aparecieron – explica Jean – acabaron con los Bugatti. Los clientes los habían conservado tras la guerra porque no había otra cosa, pero cuando estos coches aparecieron… ¡se acabó!. Mi padre trabajo preparando motores Renault para Le Mans, y le ofrecieron ser jefe de taller para la casa Jaguar, pero lo rechazó. Prefería ser su propio jefe… y amaba los Bugatti.”
LAS VACAS FLACAS: JEAN NOVO “De pequeño – prosigue Jean – yo vivía entre Bugattis. Los Jueves, en vez de irme a jugar con los amigos, me ponía a esmerilar válvulas. Entonces, la cosa no me hacia demasiada gracia, y además el negocio no iba bien y las pasamos canutas. Bugatti había hecho unos bonitos automóviles, que costaban mucho dinero, pero a nosotros nos dejaban muy poco. Felizmente, teníamos unas relaciones excepcionales con los clientes, que a menudo eran también amigos. Solo los marginales, los originales, poseían entonces estos automóviles: personajes fantásticos como Hugh Conway, presidente del club ingles, que era uno de los ingenieros que había desarrollado el Concorde, y también cineastas, pintores,… personas que se salían del común de los mortales. Y luego estaban… los hermanos Schlumpf, dos ricos coleccionistas que compraban ¡todos los Bugatti!, no todos los modelos sino ¡todos los ejemplares!, una obsesión que los llevo a la ruina. Y también teníamos las vacaciones naturalmente ¡en Bugatti!: mi padre compraba uno muy barato, unos 500 francos, le hacia unos arreglos, pasábamos un mes con el, y a la vuelta lo revendía…. ¡por 800!”
LA RECUPERACION: FREDERIC NOVO “Mi padre no me empujó a sucederle – recuerda ahora Frederic – hice estudios técnicos, y trabaje luego en la impresión, pero a los 2 años volví al taller: había madurado, el negocio iba mejor, y mi padre había cambiado de actitud. Mi abuelo todavía estaba en condiciones de enseñarme y, además, trabajé un año con Rondoni, el otro gran especialista francés en Bugatti. Aunque lógicamente me oculto algunas cosas también aprendí mucho de el: tenia una visión industrial que le permitía distanciarse mas que nosotros. Mi abuelo Henri había aprendido su oficio en los años 20, y mi padre y yo seguíamos trabajando igual. Tampoco Bugatti era un ingeniero, ni el mejor motorista del mundo. Solía decir: “para que sea eficaz ha de ser bello” y actuaba mas bien por intuición. En sus coches, para regular las válvulas hacen falta 2 días, en un Alfa contemporáneo basta media hora. Además no pierden agua, ni aceite, ni se calientan en un atasco. En cambio los Bugatti… Pero para compensar ¡que estabilidad y que homogeneidad! sea cual sea el modelo, del Brescia al tipo 57. Son autos vivos, con carácter, y el placer de pilotarlos es increíble. Para llevar otros al limite, hay que tener madera de piloto, pero con el Bugatti cualquiera puede sentirse campeón del mundo: deslizar el morro y luego la trasera es fantástico, y bajo la lluvia es muy divertido. Mientras que los Talleres Novo sigan en activo los Bugatti seguirán recorriendo las calles.”
CONCLUSION Mucho después del cierre de la fabrica y de la muerte de Ettore, Henri lo recordaba a veces, durante un montaje complicado, con la frase ritual: “¡Hasta cuando dará el coñazo este viejo cabrón con sus cacharros!” ¡Qué sea por muchos años!.
Texto: JR VIDEO > |
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FREDERIC NOVO, el nieto, con un 43 A
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