CHRISTINE, de JOHN CARPENTER (1983) |
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KING’S CARS
Stephen King, indiscutido rey de la literatura de terror, ha publicado recientemente Mr Mercedes, una novela en la que el protagonista atropella a sus victimas con ese coche. Pero la historia no es nueva, en el 2002 el asesino era un Buick Roadmaster y en 1983 el peor de todos, un Plymouth Fury apodado Christine.
Esta obsesión de Stephen esta justificada y el mismo nos lo explica: “Cuando empecé a escribir Christine no tenia ninguna intención de hacer una novela de terror, sino mas bien divertida, pero a medida que avanzaba me fui dado cuenta de su potencial espeluznante. Y es que los automóviles me han traumatizado desde joven”.
LAS AVERIAS Para conducirlos hacia falta mucho coraje: uno perdió la transmisión en la autopista, otro estaba tan podrido que veías desfilar la carretera bajo tus pies, por no hablar de aquellos cuyos faros o pilotos dejaban de funcionar, obligándote a circular a oscuras poniendo en peligro tu vida y la de los demás. Pero el peor fue uno que perdió el deposito ¡que estuvo a punto de incrustarse en el morro del que me seguía!. Resumiendo: si hay una persona que sepa de desechos mecánicos soy yo”.
LA REPARACION al revés, como cuando rebobinamos una película y un sombrero sale volando volviendo a la cabeza de su propietario. Pensé ¿y si cuando el coche arranca el cuentakilómetros se pone a girar en sentido contrario, y a medida que avanza los kilómetros disminuyen? Era una idea muy divertida, pero al escribirla se fue convirtiendo poco a poco en mas sombría. Probablemente es por eso por lo que bastantes críticos han dicho (¡con razón!) que estoy obsesionado con el miedo... y con los automóviles”.
EL ACCIDENTE que me retiraba, pero ahora escribo mas que nunca. No me atropelló Christine, sino una camioneta y estuvo a punto de costarme la vida. Cuando me desperté en el hospital, me dijeron que tenia un traumatismo craneal pero que se curaría pronto. No fue así y hasta el 2002 sufrí secuelas: me dolían a menudo la cabeza y el cuello, y eso me impedía escribir. Me plantee dejarlo todo: no quería que me colgaran la etiqueta de escritor “que ha sido” y tenia la sensación de haber dicho ya todo lo que tenia que decir”.
LA RECUPERACION compré la camioneta asesina, para destruirla, y me sentó muy bien. No soy un deportista, pero darle mazazos a esa chapa fue maravilloso. Quería destruirla a martillazos, para que no pudiera ser revendida en las subastas a admiradores morbosamente interesados en su proximidad trágica. Lo conseguí y he recuperado con los coches una relación compleja, de amor y odio. Me encantan los de los 50, sus curvas sensuales y su tamaño de paquebotes, pero no hay que fiarse de ellos. Las moscas se atraen con miel no con vinagre”.
LOS AUTOMOVILES dependemos demasiado de ellos y hay quien los trata como si fueran de la familia. Puedo entender cierto afecto a un objeto que nos permite viajar, cambiar de aires, o simplemente ir a trabajar, pero el dinero que invertimos en el es excesivo. Los automóviles, como signo exterior de riqueza, no me interesan y luego están los atascos, la polución, el consumo de unos recursos naturales que se agotan, desafíos a los que tendremos que hacer frente si queremos sobrevivir como especie... y como planeta”.
SU AUTOMOVIL “Tengo un Chevrolet Volt, un hibrido, y he hecho montar en el techo de casa unos paneles solares que me proporcionan energía gratis para alimentarlo. En el garaje, cada vez que enchufo el Volt, tengo la sensación de pinchar a los grandes lobbies petroleros”.
Texto: JR VIDEO > |
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